dimarts, 9 de febrer del 2010

La cultura de la mort 2


ACOMPAÑAMIENTO EN PROCESOS DE PÉRDIDA.
FASES DEL DUELO.                                                 
                                          


“Es seguro: pronto, ya no estás.”
        
       El duelo es un proceso natural de respuesta ante la pérdida de un ser querido. El duelo incluye mucho más que el dolor de la aflicción: conlleva cambios significativos en las actitudes, comportamientos, valores y vida espiritual del doliente. La siguientes fases explican  las respuestas del duelo.

Fase 1
Estado de shock o fase de aturdimiento

A. Reacciones

-         Pérdida de capacidad de reacción
-         Estrés mental y emocional
-         Incapacidad transitoria para llevar una vida normal
-         Mecanismos emocionales que se ponen en marcha:  miedo, apatía, descargas compulsivas,       ansiedad, estado de negación, descreimiento, confusión, vacío...
-         Sintomatología corporal: cerrazón de la garganta, palpitaciones, sudor inesperado, temblores, corte de digestión..

B. Intervención terapéutica o de ayuda

ü   Poca directividad, facilitar la descarga emocional.
ü   Acompañar, sostener, permitir cualquier expresión.
ü   Dar tiempo, no tener prisa. Es aconsejable NO MEDICAR con ansiolíticos ni antidepresivos, en todo caso, remedios naturales: perlas de Omega-3; HTP-5 Triptófano…). De todas maneras, hay que valorar según las circunstancias personales y el contexto del acontecimiento si la medicación puede ser de ayuda.

C. Observaciones

  • Este estado tiene una función anestésica para mitigar el dolor del acontecimiento.
  • Puede durar desde unos días a algunas semanas.
Fase 2
Rechazo, evitación, negación

A. Reacciones

-         Se niegan a hablar de cualquier cosa que tenga que ver con ello.
-         Falta de concentración en el trabajo, descuido de las relaciones...
-         Rigidez corporal.
-         Negación del impacto emocional: hacerse el fuerte.
-         Minimizar el sentido de la relación.
-         Emociones asociadas alternativamente al enfado y a la culpa, como mecanismos de evitación para no permitir la conexión con la pérdida y el dolor.
-         Rabia proyectada hacia afuera. Búsqueda de un responsable de los hechos como mecanismo de defensa para no aceptar la realidad de la pérdida, ni la responsabilidad del proceso de duelo.
-         Sintomatología corporal: rigidez, torpeza en brazos y piernas, mandíbulas apretadas, pérdida de libido...

B. Intervención terapéutica o de ayuda

ü   Reexperimentar las circunstancias de la muerte (invitación a hablar de ello).
ü   Explorar sobre las emociones ausentes que no se permite experimentar la persona en duelo.
ü   Identificar lo que les ayuda y no les ayuda.
ü   Establecer mínimos auto-cuidados: alimentarse austeramente pero equilibradamente – ni no comer, ni atiborrarse -; realizar actividad física con regularidad ( correr, ciclar, nadar, yoga, tai-chi...); descansar bien ( dormir entre 7-8 horas, si hace falta tomar alguna medicina natural: Nervoheel –homeopatia-, Aquilea –fitoterapia- ).
ü   Recuperar la responsabilidad familiar, social y laboral.

C. Observaciones

·         En esta fase se niega, se reprime y se evitan aspectos relacionados con la realidad de la pérdida, en un intento de evitar afrontar las consecuencias de esta realidad, es decir, el sufrimiento físico, psicológico y espiritual.
·         Es una fase de expresión máxima de la emocionalidad. En su aspecto más mórbido puede acarrear psicosis u obsesiones.
·         En la intervención de ayuda, se trata de alcanzar una aceptación plena de la pérdida, su significado y el impacto que tiene en la vida del doliente.



Fase 3
Entrega al dolor

A. Reacciones

-         Exteriorización emocional: llanto, pena, tristeza, nostalgia...
-         Reminiscencias de recuerdos. El recordar es una fuente de sentimientos dolorosos pero también placenteros. Ni perseguirlos ni rechazarlos, aceptar la expresión de estos sentimientos cuando lleguen, sin recrearse excesivamente en ellos.
-         Culpa por aspectos no resueltos de la relación.
-         Sintomatología corporal: presión en el pecho, respiraciones entrecortadas, nudo en la garganta...

B. Intervención terapéutica o de ayuda

ü   Resolver los asuntos pendientes (en esta fase ya se puede indagar para identificarlos).
ü   Desidealizar la relación. Colocar las cosas en su lugar en referencia con la persona desaparecida.
ü   Redefinir la propia realidad sin la persona que se ha ido. Apostar por la vida sin ella.

C. Observaciones

·         Esta fase se caracteriza por la gradual aceptación de la realidad de la pérdida y su significado. Hay más aceptación y menos rabia.
·         Las circunstancias de la muerte ya no son tan importantes, lo más importante ahora es el dolor de la ausencia.
·         Es una fase de vivir el duelo bien elaborado que ayuda a adquirir nuevas habilidades para relacionarse con uno mismo, con los demás y con la vida.

Fase 4
Integración y transformación

A. Reacciones

-         Búsqueda de sentido, acercamiento a los aspectos existenciales y espirituales: ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Qué sentido tiene el dolor y las pérdidas?, etc.
-         Transformación de la escala de valores.
-         Sintomatología corporal: energetización general, activación total del cuerpo, acción creativa, apertura hacia los demás, ecuanimidad, sentimientos de amor, generosidad de corazón...

B. Intervención terapéutica o de ayuda

ü   Revisión del mundo de significados, de presuposiciones, de creencias, de valores.
ü   Hay que extraer los frutos de esta experiencia de vida.
ü   Acompañamiento existencial, espiritual.
ü   Facilitar la toma de decisiones, cambios. Reconstrucción de significados. Una mirada al futuro, sin negar el pasado.

C. Notas

·         Las tres primeras fases son la "noche oscura" psicológica, la confusión.  Esta fase 4 es la luz, la claridad.
·         Se trata de una etapa de transformación profunda. El doliente experimenta aún el dolor, pero como una posibilidad de transformación personal.
·         Es una etapa para buscar un sentido nuevo a la vida, en la dirección de más conciencia, más compromiso, más plenitud, más aceptación de la impermanencia y de la finitud de todo lo que existe.


Las necesidades fundamentales que deben atenderse gradualmente y por este orden son: emocionales (sobre el dolor que le embarga al doliente); fisiológicas (sobre la herida simbólica que le atenaza); cognitivas (sobre la realidad tal cual es); sociales (sobre el apoyo que requiere), y espirituales (sobre el sentido de la experiencia, no el "por qué" ha ocurrido , sino el "para qué" ha ocurrido). Todo ello corresponde a las fases del duelo que acabas de leer. Es muy importante la gradación del acompañamiento y no saltarse ninguna etapa. No imponer remedios, sino estar a demanda, sin paternalismos o maternalismos, con ternura y ecuanimidad.