dijous, 14 de gener del 2010

Ruy Murakami


"Lilly estaba mirándome. Tenía espuma entre los dientes, y un hilo de sangre como si se hubiera mordido en la boca. 
- Oye, Ryu, ¿qué tal la ciudad?
El avión descansaba en mitad del cielo. Parecía que se hubiese parado, como un juguete colgando de un alambre del techo de una tienda. Pensé que éramos nosotros quienes nos alejábamos a una velocidad terrorífica. La impresión de que el suelo, la hierba, la pista, han basculado bajo nuestros pies y caen en el vacío. 
- Oye, Ryu, ¿qué pasa con la ciudad? -preguntó Lilly tumbada de espaldas en la pista.
Sacó un lápiz de labios de su bolsillo, se quitó la ropa y empezó a pintarse el cuerpo. Riéndose, dibujaba líneas rojas en su vientre, sus pechos, su cuello.
Mi cabeza estaba vacía, sólo había el hedor a keroseno(...)
Entonces una parte del cielo se encendió.
Por un instante, a la luz azul pálido del relámpago todo se hizo transparente. El cuerpo de Lilly y mis brazos y la base y las montañas y el cielo nublado, todo transparente."